viernes, 16 de noviembre de 2007

LA REPÚBLICA ARGENTINA (DATOS)


República Argentina

DATOS GEOGRÁFICOS SOBRESALIENTES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA


ORIGEN DEL NOMBRE

¿Por qué Argentina?

Son la geografía y la historia conjugadas con la lingüística, las que a través de los hombres conforman la toponimia de un país.
La denominación de Argentina no escapa a esta regla y es el resultado de un proceso evolutivo y cambiante que se encuentra íntimamente vinculado con el desarrollo e integración de nuestro territorio desde los albores del descubrimiento de América pasando por la sanción de la Constitución Nacional y que llega hasta nuestros días.
Así como nuestro desarrollo histórico-geográfico y político se encuentra ligado a las tierras que se extienden adyacentes al majestuoso río color de león – Mar Dulce, Río de Solís, Río de Santa María, Río Jordán; el destino de la denominación de nuestra Nación no se pudo desprender de la atracción del río descubierto por Solís en 1516 y que finalmente se impondría en la cartografía como “Río de la Plata”. Tal denominación proviene de Portugal en la tercera década del siglo XVI, para luego ser un uso corriente en los viajeros españoles como Diego García o Pedro de Mendoza.
Es así que, el 21 de mayo de 1534, el rey de España firmaba el asiento concedido a Pedro de Mendoza, para la conquista y población de las tierras y provincias del Río de la Plata.
Por el año 1554, aparece por primera vez en una pieza cartográfica, del portugués Lopo Homen la denominación de Terra Argentea.
En 1602 se publicó en Lisboa el libro a partir del cual se habría de imponer la denominación de Argentina.
Nos referimos a la obra “Argentina y conquista del Río de la Plata, con otros acaecidos de los reinos Del Perú, Tucumán y Estado del Brasil” de Martín del Barco Centenera. Es aquí donde el autor utiliza la latinización del término “argenteus”, inusual para la época, ya que lo común era utilizar la adjetivación argenteados o argénteo, según comenta Ángel Rosenblat en su obra “Argentina, Historia de un Nombre”.
En los primeros tiempos ese término se mantiene dentro de los sectores cultos de la población y es así, que, Manuel José de Lavardén publica en el primer número del Telégrafo Mercantil, su Oda al Majestuoso Río Paraná donde hace mención a las “sencillas ninfas argentinas”.
.Un hito importante en la difusión del citado término, es su paso desde los sectores cultos a los niveles populares, asociado al proceso revolucionario de los hombres de mayo.
Un claro ejemplo, lo tenemos en el Himno Nacional de Vicente López y Planes, adoptado por la Asamblea del año 1813: “A vosotros se atreve ¡Argentinos!...”
A partir de aquí, podemos comprobar cómo, desde una óptica eminentemente literaria, nace la denominación de Argentina, y que con el transcurso de los años pasaría a tener una connotación política-geográfica y que por sobre todo iría marcando la individualización del habitante de las comarcas rioplatenses y del espacio que ocupa.

Este espacio geográfico inmerso en las dilatadas tierras que la corona española poseía en América va a tomar distintas denominaciones según los descubridores y hechos históricos que se irán sucediendo en la difícil integración y unidad nacional.
Desde el Virreinato del Perú, pasando por la formación del Virreinato del Río de la Plata en 1776, hasta llegar a la actual denominación oficial, encontramos títulos relacionados con los vaivenes políticos que se sucedieron durante las distintas etapas de consolidación de nuestra entidad nacional.
La Primera Junta acuerda por expresión de su Cabildo, la denominación Provincias Unidas del Río de la Plata, que a su vez será tomada por la Asamblea del año XIII. Posteriormente, en 1816, el Congreso que proclamó la independencia, utilizó el nombre de “Provincias Unidas del Río de la Plata en Sudamérica”.
Como vemos, en la época de nuestra emancipación no se utilizó con frecuencia el término “Argentina”. La razón la encontramos, en que al estar tal denominación asociada a la hegemónica Buenos Aires, no constituía un factor de integración entre las provincias. Con la Constitución de la República Argentina del 24 de diciembre 1826 se oficializa esta designación.
El enfrentamiento entre federales y unitarios trae consigo la utilización de las denominaciones Confederación Argentina o Provincias Unidas del Río de la Plata, según las tendencias que las propiciaron.
El 1° de octubre de 1860 se promulga la Constitución de1853, donde se realizan enmiendas a ésta y se agrega el art. 35, donde dice: “Las denominaciones adoptadas sucesivamente desde 1810 hasta el presente a saber: Provincias Unidas del Río de la Plata, República Argentina, Confederación Argentina, serán en adelante nombres oficiales indistintamente para la designación del gobierno y el territorio...”
A los días de promulgada en la ciudad de Paraná, el presidente Santiago Derqui, teniendo en cuenta la necesidad de unificar la denominación de la Nación para los actos administrativos, decreta que: “el gobierno ha venido en acordar que para todos estos actos se use la denominación de República Argentina”. De allí derivan los calificativos con los cuales se identificarían en el futuro a los habitantes y al territorio que ocupa el extremo meridional del continente americano.
Pero como los hombres son quienes imponen los nombres, éstos no permanecen inalterables, cambian, son modificados por los distintos usos o costumbres. Así aparece una expresión simplificada para designar a nuestro país en el orden internacional y especialmente dentro de la Organización de las Naciones Unidas: Argentina, a secas, suprimiendo el sustantivo República. Tal, la designación acordada en los listados alfabéticos del mencionado organismo.
Resumiendo, desde su origen latino y con las distintas denominaciones con que nos conociera el mundo a lo largo de nuestro devenir histórico, hoy, el nombre de ARGENTINA identifica a esta nación de la que orgullosamente formamos parte.
Fuente: Revista del IGM, año 1, N° 0

LÍMITES, SUPERFICIE Y PUNTOS EXTREMOS

Límites:

Norte: limita con las Repúblicas de Bolivia y del Paraguay.
Sur: limita con la República de Chile y el Océano Atlántico.
Este: limita con la República Federativa del Brasil, República Oriental del Uruguay y el Océano Atlántico.
Oeste: limita con la República de Chile.

Superficie:

Total 3.761.274 km², de los cuales 2.791.810 km² corresponden al Continente Americano; 969.464 km² al Continente Antártico (incluyendo las islas Orcadas del Sur) y a las islas australes (Georgias del Sur y Sandwich del Sur).

Puntos extremos:

Norte: confluencia de los ríos Grande de San Juan y Mojinete, en la Provincia de Jujuy (Latitud 21º 46' S; Longitud 66º 13' O). Carta topográfica 2166-I y III, MINA PIRQUITAS.
Sur: Cabo San Pío, situado en la isla Grande de Tierra del Fuego, Provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur (Latitud 55º 03' S; Longitud 66º 31' O). Carta topográfica 5566-I y III, TOLHUIN.
Este: punto situado al noreste de la localidad de Bernardo de Irigoyen, en la Provincia de Misiones (Latitud 26º 15' S; Longitud 53º 38' O). Carta topográfica 2754-II, BERNARDO DE IRIGOYEN.
Oeste: punto ubicado en el Parque Nacional Los Glaciares - Provincia de Santa Cruz (Latitud 50º 01’S; Longitud 73º 34' O). Carta topográfica 5172-I y 5175-II, EL CALAFATE.

Parte antártica:

La Antártida Argentina es la parte del territorio nacional comprendida entre los meridianos de 25º y 74º de longitud oeste, el paralelo de 60º sur, y los 90º sur (Polo Sur).

Fuente: IGM


EXTENSIÓN (Parte continental americana):

Norte-Sur: 3.694 km (Desde la confluencia de los ríos Grande de San Juan y Mojinete hasta el cabo San Pío).
Este-Oeste: 1.423 km (Sobre el paralelo de 27° 31´sur, totalmente en territorio argentino).

Fuente: IGM

LONGITUD DE FRONTERAS

La República Argentina tiene un perímetro de fronteras que, solamente en la porción continental americana, se extiende a lo largo de aproximadamente 15.000 km. De este total, 9.376 km corresponden a los límites con cinco países, y 5.117 km al litoral fluvial del Río de la Plata y el Mar Argentino.

Total: 9.376 km

Con Brasil: 1.132 km

Con Bolivia: 742 km

Con Chile 5.308 km

Con Paraguay: 1.699 km

Con Uruguay: 495 km

Fuente: IGM

LONGITUD DE COSTAS
Río de la Plata: 392 km

Litoral Atlántico: 4.725 km

Antártida Argentina e islas australes: 11.235 km

Fuente: IGM
http://www.igm.gov.ar/node/114
NOTA:
En "El portal educativo" vas a encontrar mucha más información de gran utilidad. VISITALO!!!

sábado, 10 de noviembre de 2007

CANAL ENCUENTRO



CANAL y PORTAL "ENCUENTRO"

Es un canal de televisión y un portal muy interesante. ¡Se los recomiendo!

¡NADIE PUEDE DEJAR DE VISITARLO!

http://www.encuentro.gov.ar/home.aspx
UN CUENTO DE GRACIELA MONTES


Publicado originalmente en la colección Los cuentos del Chiribitil del Centro Editor de América Latina (Buenos Aires, 1978). Actualmente agotado. Reproducido en Imaginaria con autorización de la autora.

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Sapo verde

Humberto estaba muy triste entre los yuyos del charco.
Ni ganas de saltar tenía. Y es que le habían contado que las mariposas del Jazmín de Enfrente andaban diciendo que él era sapo feúcho, feísimo y refeo.
—Feúcho puede ser —dijo, mirándose en el agua oscura—, pero tanto como refeo... Para mí que exageran... Los ojos un poquitito saltones, eso sí. La piel un poco gruesa, eso también. Pero ¡qué sonrisa!
Y después de mirarse un rato le comentó a una mosca curiosa pero prudente que andaba dándole vueltas sin acercarse demasiado:
—Lo que a mí me faltan son colores. ¿No te parece? Verde, verde, todo verde. Porque pensándolo bien, si tuviese colores sería igualito, igualito a las mariposas.
La mosca, por las dudas, no hizo ningún comentario.
Y Humberto se puso la boina y salió corriendo a buscar colores al Almacén de los Bichos.
Timoteo, uno de los ratones más atentos que se vieron nunca, lo recibió, como siempre, con muchas palabras:
—¿Qué lo trae por aquí, Humberto? ¿Anda buscando fosforitos para cantar de noche? A propósito, tengo una boina a cuadros que le va a venir de perlas.
—Nada de eso, Timoteo. Ando necesitando colores.
—¿Piensa pintar la casa?
—Usted ni se imagina, Timoteo, ni se imagina.
Y Humberto se llevó el azul, el amarillo, el colorado, el fucsia y el anaranjado. El verde no, porque ¿para qué puede querer más verde un sapo verde?
En cuanto llegó al charco se sacó la boina, se preparó un pincel con pastos secos y empezó: una pata azul, la otra anaranjada, una mancha amarilla en la cabeza, una estrellita colorada en el lomo, el buche fucsia. Cada tanto se echaba una ojeadita en el espejo del charco.
Cuando terminó tenía más colorinches que la más pintona de las mariposas. Y entonces sí que se puso contento el sapo Humberto: no le quedaba ni un cachito de verde. ¡Igualito a las mariposas!
Tan alegre estaba y tanto saltó que las mariposas del Jazmín lo vieron y se vinieron en bandada para el charco.
—Más que refeo. ¡Refeísimo! —dijo una de pintitas azules, tapándose los ojos con las patas.
—¡Feón! ¡Contrafeo al resto! —terminó otra, sacudiendo las antenas con las carcajadas.
—Además de sapo, y feo, mal vestido —dijo una de negro, muy elegante.
—Lo único que falta es que quiera volar —se burló otra desde el aire.
¡Pobre Humberto! Y él que estaba tan contento con su corbatita fucsia.
Tanta vergüenza sintió que se tiró al charco para esconderse, y se quedó un rato largo en el fondo, mirando cómo el agua le borraba los colores.
Cuando salió todo verde, como siempre, todavía estaban las mariposas riéndose como locas.
—¡Sa-po verde! ¡Sa-po verde!
La que no se le paraba en la cabeza le hacía cosquillas en las patas.
Pero en eso pasó una calandria, una calandria lindísima, linda con ganas, tan requetelinda, que las mariposas se callaron para mirarla revolotearentre los yuyos.
Al ver el charco bajó para tomar un poco de agua y peinarse las plumas con el pico, y lo vio a Humberto en la orilla, verde, tristón y solo. Entonces dijo en voz bien alta:
—¡Qué sapo tan buen mozo! ¡Y qué bien le sienta el verde!
Humberto le dio las gracias con su sonrisa gigante de sapo y las mariposas del Jazmín perdieron los colores de pura vergüenza, y así anduvieron, caiduchas y transparentes, todo el verano.

UN CUENTO DE GRACIELA MONTES



Sapo verde


Publicado originalmente en la colección Los cuentos del Chiribitil del Centro Editor de América Latina (Buenos Aires, 1978). Actualmente agotado. Reproducido en Imaginaria con autorización de la autora.



Humberto estaba muy triste entre los yuyos del charco.
Ni ganas de saltar tenía. Y es que le habían contado que las mariposas del Jazmín de Enfrente andaban diciendo que él era sapo feúcho, feísimo y refeo.
—Feúcho puede ser —dijo, mirándose en el agua oscura—, pero tanto como refeo... Para mí que exageran... Los ojos un poquitito saltones, eso sí. La piel un poco gruesa, eso también. Pero ¡qué sonrisa!
Y después de mirarse un rato le comentó a una mosca curiosa pero prudente que andaba dándole vueltas sin acercarse demasiado:
—Lo que a mí me faltan son colores. ¿No te parece? Verde, verde, todo verde. Porque pensándolo bien, si tuviese colores sería igualito, igualito a las mariposas.
La mosca, por las dudas, no hizo ningún comentario.
Y Humberto se puso la boina y salió corriendo a buscar colores al Almacén de los Bichos.
Timoteo, uno de los ratones más atentos que se vieron nunca, lo recibió, como siempre, con muchas palabras:
—¿Qué lo trae por aquí, Humberto? ¿Anda buscando fosforitos para cantar de noche? A propósito, tengo una boina a cuadros que le va a venir de perlas.
—Nada de eso, Timoteo. Ando necesitando colores.
—¿Piensa pintar la casa?
—Usted ni se imagina, Timoteo, ni se imagina.
Y Humberto se llevó el azul, el amarillo, el colorado, el fucsia y el anaranjado. El verde no, porque ¿para qué puede querer más verde un sapo verde?
En cuanto llegó al charco se sacó la boina, se preparó un pincel con pastos secos y empezó: una pata azul, la otra anaranjada, una mancha amarilla en la cabeza, una estrellita colorada en el lomo, el buche fucsia. Cada tanto se echaba una ojeadita en el espejo del charco.
Cuando terminó tenía más colorinches que la más pintona de las mariposas. Y entonces sí que se puso contento el sapo Humberto: no le quedaba ni un cachito de verde. ¡Igualito a las mariposas!
Tan alegre estaba y tanto saltó que las mariposas del Jazmín lo vieron y se vinieron en bandada para el charco.
—Más que refeo. ¡Refeísimo! —dijo una de pintitas azules, tapándose los ojos con las patas.
—¡Feón! ¡Contrafeo al resto! —terminó otra, sacudiendo las antenas con las carcajadas.
—Además de sapo, y feo, mal vestido —dijo una de negro, muy elegante.
—Lo único que falta es que quiera volar —se burló otra desde el aire.
¡Pobre Humberto! Y él que estaba tan contento con su corbatita fucsia.
Tanta vergüenza sintió que se tiró al charco para esconderse, y se quedó un rato largo en el fondo, mirando cómo el agua le borraba los colores.
Cuando salió todo verde, como siempre, todavía estaban las mariposas riéndose como locas.
—¡Sa-po verde! ¡Sa-po verde!
La que no se le paraba en la cabeza le hacía cosquillas en las patas.
Pero en eso pasó una calandria, una calandria lindísima, linda con ganas, tan requetelinda, que las mariposas se callaron para mirarla revolotearentre los yuyos.
Al ver el charco bajó para tomar un poco de agua y peinarse las plumas con el pico, y lo vio a Humberto en la orilla, verde, tristón y solo. Entonces dijo en voz bien alta:
—¡Qué sapo tan buen mozo! ¡Y qué bien le sienta el verde!
Humberto le dio las gracias con su sonrisa gigante de sapo y las mariposas del Jazmín perdieron los colores de pura vergüenza, y así anduvieron, caiduchas y transparentes, todo el verano.